Contingencia… cuando el plan B no funciona

En el ámbito empresarial, como en la vida secular, siempre que se planea algo (lo que hoy en día llamamos proyecto) se tiene la necesidad de contar con un as bajo la manga, un plan B, un por si acaso, lo que a nivel empresarial se conoce como contingencia.

Pero ¿qué es en sí una contingencia?, pues no es mas que la probabilidad de que ocurra algo de lo cual no se tiene una certeza al respecto, hace referencia a situaciones inciertas que pudieran suceder en el futuro.

Por lo cual, ante cualquier proyecto se procede a establecer un plan de contingencia o un plan B, por si el plan A no funciona, para poder hacerle frente a la posible situación, si es que sucede.

Un ejemplo sencillo de lo anterior descrito: quien tiene vehículo siempre tiene una goma de repuesta, no quiere pincharse, no sabe si va a pasar, ni cuándo será, en caso de que suceda, pero sabe que es algo que puede suceder y, por eso, se preocupa por tener en el baúl del auto una goma de repuesta.

Pero, qué sucede cuando el plan A no funciona y no hay un plan de contingencia o cuando el plan B no es suficiente, cuando tu goma de repuesta ya está pinchada, cuando el futuro es incierto y al final del túnel no hay ninguna luz, ninguna esperanza.

Es en ese preciso momento cuando Dios hace acto de presencia y dice: «yo sé los planes que tengo para ustedes (…) planes para lo bueno (…), para darles un futuro y una esperanza». (Jeremías 29:11 NTV)

Es justo ahí cuando aparece una mano amiga y te ofrece ayuda, es ahí cuando tu amado padre celestial vela por ti y va en tu auxilio, así que no te atormentes si nada salio como lo tenías planeado, si no sucedió como tú querías.

Dios no necesita plan B, pues su plan es perfecto.

Dios te guardará en completa paz porque tu corazón en él descansa, porque tus pensamientos son de él, por cuanto en él has confiado. (Isaías 26:3, paráfrasis)

Publicado por:

Deja un comentario

Más contenido de este autor:

Reflexión

Háblame, Dios mío

¿Qué quieres que haga? Hoy me sentí como hacía mucho que no me sentía: sin rumbo. Agradezco que tu amor, tu gracia y tu misericordia

Biblia

Mayordomía bíblica y finanzas personales

”La mejor manera de comenzar a pensar como mayordomos es reconocer que usted no es el dueño de nada. Dios es el dueño de todo y le ha confiado recursos, tiempo, talento y personas para que usted administre. Como su gerente, su papel es ser fiel a sus propósitos. Independientemente de si tiene mucho o poco, debe tratar de permitir que Dios tenga control sobre sus decisiones financieras.”