¿Sabías que somos un reflejo?, sí, así es, somos un reflejo de la cultura, las creencias, la familia e incluso del entorno. Reflejamos lo que vemos y lo que escuchamos, lo que nos han enseñado, pues actuamos por lo que sabemos, por lo que aprendemos, sí, somos un reflejo.
La Biblia dice que Dios nos creo a su imagen y semejanza (Génesis 1:27) y, por ende, somos un reflejo de él. Y así como reflejamos nuestra cultura, nuestros valores, los ideales de nuestra familia y nuestra patria, también reflejamos los valores del reino de Dios.
Yo te pregunto, ¿qué estás reflejando?
Pues, según el comportamiento las personas tiende a terminar el círculo social, nivel de educación, etc., así mismo determinan qué tanto actuamos como Cristo.
Tus actitudes hablan de ti como persona, hablan de ti como hijo, como padre, como hermano, como ciudadano, pero también hablan de ti como cristiano, como hijo de Dios, como reflejo de Jesucristo.
¿Qué reflejo ven los demás de Cristo en ti? ¿Qué estás reflejando del Padre?
Tu reflejo hace que los demás hablen de las bondades y maravillas de Dios o las pongan en duda.
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Lo que las personas ven en ti hablar del amor de Dios hacia la humanidad, si no es así, entonces estás expresando todo lo contrario de lo que es tu Padre, así como aprendemos de nuestro entorno también aprendemos de Dios a través de su palabra, de lo que nos ha dejado escrito y también aprendemos de él a través de lo que nos enseña cuando nos habla, cuando nos instruye, cuando nos corrige, ya sea por medio directo o usando a otros.
Tú decides lo que reflejas, si las maravillas que has aprendido de Dios o lo que ves en el entorno, aunque sabes que no siempre es lo correcto.
Recuerda que somos reflejo del Padre y los que no conocen al Padre lo ven reflejado en ti.
Oro para que podamos reflejar el amor, la misericordia y la bondad de Dios los unos para con nosotros y que los que no conocen a Dios puedan conocerlo a él, a través de su reflejo en nosotros.
Que Dios te bendiga en gran manera.